EL COMERCIO Y SU AFÁN DE MINIMIZAR LA MARCHA CONTRA LA TV BASURA



El diario El Comercio, que anteriormente era conocido por su seriedad y objetividad ahora está sumergido en promover el sensacionalismo y la morbosidad, digo esto con total seguridad al ver cómo sus páginas publicitan los programas televisivos que nos inundan con una perversión delincuencial en la pantalla chica dejando de lado las normas de protección al televidente.

Lea lo que escribe el Periodista Pedro Canelo y saque su propias conclusiones. Si este artículo no es una apología a la tv. Basura y todavía termina haciendo publicidad para que lo sigan viendo, claro está,  lo hace de manera sutil, piensa supongo que todo los peruanos estamos idiotizados como lo menciona que tenemos la televisión que nos merecemos.

La televisión peruana, en muchos días y en diversos horarios, es un cruel espejo de la deformación social en que vivimos. Esa caja boba cada vez más nítida y plana es también un Frankenstein monstruoso que cultiva todos los vicios: sexismo, violencia, homofobia y racismo. Eso es más conocido que la canción del “Taxi”. Pero proponer una marcha contra la televisión basura puede tropezar con la ineficacia y con la banalización. Con tantas apuradas protestas, ahora en Facebook están proponiendo marchas para que Marco encuentre a su mamá y para que Quico pueda jugar con su pelota cuadrada.

Como cuestión previa deberíamos definir: ¿qué es televisión basura? Preferiría utilizar otro término: televisión degradante. Allí podríamos reunir a las producciones que abusan del sexismo (el concurso de traseros en “La noche es mía”), los que atentan contra la dignidad (los bizarros concursos de los programas de Laura Bozzo) o los que despiertan racismo y homofobia (casi todos los programas cómicos de nuestra historia televisiva alguna vez han caído en eso). A pesar de que todos estos ejemplos son casi irrefutables, hay que reconocer que cualquier sentencia a un programa de TV está dentro del terreno de lo subjetivo. Para mí pudo ser televisión degradante aquel “Trampolín a la fama” de Ferrando, para otros no.

No es ridícula la idea de marchar contra los pobres contenidos de la señal abierta, sin embargo tampoco es una medida que determine los cambios que muchos soñamos después de, quizá, lanzar el control remoto por la ventana. Es casi como salir a protestar en contra del tráfico en Lima o para que en la comida de los restaurantes ya no aparezcan inoportunos insectos. Una protesta política es distinta, la mayoría se enfoca en exigirle reformas o buenas conductas al Estado. Aquí hay más actores. Los culpables en las miserias de nuestra TV no solo están en el switcher de un canal.

Si un niño de 12 años hace abdominales todos los días en casa para parecerse a uno de los modelos de “Esto es guerra”, la responsabilidad no solo es del programador o de los conductores. Hay padres de familia o hermanos mayores que pueden ser más decisivos en la educación de estos adolescentes. No sé si tengamos la televisión que merecemos, pero sí una que se empata con nuestros niveles de educación.

Una protesta no modificará el ráting de Magaly o de ‘Peluchín’. Dejemos mejor las marchas para cuando los políticos se porten mal. No malgastemos un derecho cívico que estos últimos tiempos ha recuperado un terreno perdido. Si no quieren saber de la última pelea entre Sheyla y Pavón, mejor sigan las enseñanzas de ese filósofo de la calle llamado Melcochita. ¿Te parece basura? Entonces: no los veas.

SIMPLEMENTE UNA DEFENSA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE VIVEN DE LA BASURA.

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